Es un placer actuar de corresponsal de una feliz familia que disfruta de un año sabático navegando por el Caribe recibiendo los emails y fotos que envian a su madre, mi casera y gran señora, que no es usuaria de internet porque ( según ella dice ) es tarde para empezar con más de ochenta años.
La familia en cuestión, compuesta por una gran pareja y dos niños , vive habitualmente en Alaska. Dedicaron parte de sus ahorros a adquirir un velero y el pasado diciembre embarcaron en Florida para llevar a cabo una larga singladura de once meses circunvalando el Caribe y el Golfo de Méjico.
En poco tiempo han tenido que atravesar una fuerte tormenta colateral al huracán Thomas que partió en dos el mástil del velero, rasgó de arriba a abajo su vela mayor y destruyó el aero-generador. Con ingenio y tenacidad realizaron una reparación de emergencia que les permitió llegar a tiempo para pasar la Navidad junto a sus amigos que les aguardaban en Puerto Rico.
Tanto sus mensajes como las maravilosas fotos que han ido enviando han sido para mí uno de los mejores paradigmas del amor por la vida y por la naturaleza, de la lucha, de la tenacidad.
Sin duda alguna estos niños se están graduando "cum laude" en la universidad de la vida.
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